Las preguntas son la herramienta principal del coach.
Las preguntas tienen el poder de mover nuestra atención como una linterna, cuya luz ilumina aquello que estaba en la oscuridad.
Así, nos permiten tomar conciencia, descubrir, darnos cuenta… ese fenómeno tan característico del coaching.
Se suele decir que el trabajo del coach no consiste en poner nada ahí, sino, más bien, sacar (facilitar que salga) lo que hay. Y para eso, ¡qué mejor herramienta que las preguntas!
Una buena pregunta de coaching es corta, abierta y no contiene la respuesta.
Estos sencillos requisitos ofrecen una amplitud casi infinita a la creatividad del coach para crear la pregunta adecuada en el momento oportuno, para facilitar el descubrimiento y el cambio.
Pero, de entre todas las preguntas posibles hay algunas que tienen un especial protagonismo en un proceso de coaching, son recurrentes, casi imprescindibles, son poderosas y son mis favoritas, veamos por qué.
#1 ¿Qué quieres?
Una de las primeras preguntas en un proceso de coaching, no hace falta más para comenzar a definir un objetivo.
Es sorprendente el poder de esta sencilla pregunta de dos palabras.
Quizá te sorprenda descubrir cuánto tiempo pasamos navegando sin rumbo, a la deriva, sin saber hacia dónde vamos, cuál es el objetivo, qué queremos.
Esta pregunta, como las otras, merece, y tendrá, un post, de momento te dejo un sencillo consejo: más allá del coaching, o del self-coaching, conviene hacerse esta pregunta en lo cotidiano:
¿Qué quiero hoy?, ¿qué quiero de esta relación?, ¿qué quiero de esta reunión?, etc.
Tener claro lo que quieres es el primer paso para lograrlo.
#2 ¿Para qué?
Tan importante como el “qué” es el “para qué”.
El “qué” es un medio para alcanzar un fin. El “para qué” es ese fin, te conecta con la utilidad del “qué”, con la finalidad de tu objetivo, es, por tanto, la fuente de tu motivación.
Como veremos, cuanto más elevado sea el “para qué”, mayor será la fuente de tu motivación.
#3 ¿Qué vas a hacer para…?
Como hemos dicho las preguntas sirven para “darse cuenta de”.
Pues bien, siempre que te des cuenta de algo, siempre que descubras algo, es momento de una pregunta muy característica del coaching (una disciplina orientada a la acción y a resultados) por ser una pregunta orientada a la acción:
¿Qué vas a hacer para…? O en formato self-coaching, ¿qué voy a hacer para…?
Si me doy cuenta de que necesito la aprobación de alguien para lograr mi objetivo: ¿qué voy a hacer para conseguir su aprobación?
Si me doy cuenta de que esta circunstancia puede dificultar el logro de mi objetivo: ¿qué voy a hacer para prevenirla, evitarla, paliar sus efectos (si no se puede evitar)?
Hacerse preguntas ayuda a darse cuenta, a descubrir, a conocer, pero el conocimiento por sí solo no cambia gran cosa, de ahí la importancia de esta pregunta, que convierte ese conocimiento en acción y resultados.
#4 ¿Cómo?
Esta es una pregunta muy útil para refinar planes de acción porque ayuda a concretar acciones intangibles, poco definidas.
Si en tu plan de acción hay acciones como «conseguir su colaboración”, es el momento de esta pregunta: ¿cómo?
La respuesta puede ser: le presentaré mi plan y le pediré su colaboración, le preguntaré…
Pregúntate «cómo» hasta tener por respuesta verbos que representan acciones evidentes: llamar, pedir, ofrecer, presentar, etc.
# 5 ¿Y tú, qué?
Cuando la atención se desplaza a “los demás”, “la situación”, “las circunstancias”, en definitiva, hacia fuera, es el momento de esta pregunta: ¿Y tú, qué?
Esta pregunta es muy característica del coaching porque devuelve la atención a lo que depende de ti: tú.
Es habitual que busquemos fuera explicaciones o causas de nuestras dificultades: “es que mi manager…”, “es que la competencia…”, “es que el mercado…”, ¿y tú, qué?
Con lo que haces y con lo que dejas de hacer, tú también estás contribuyendo a producir y reproducir esa situación no deseada, insatisfactoria, y eso sí depende de ti.
Esta pregunta te hace responsable y te empodera.
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